Habló Dom Bosco al muchacho, hizo que oyera la misa y, terminada, se lo llevó á su casa, porque supo hue estaba desamparado, y en ella le albergó y le cuidó cariñosamente, cediéndole una parte de su hogar modestísimo.

 No recuerdo si me habló de mi porvenir, creo que no, porque no me hizo ninguna impresión.